El último papa de la historia



A Jorge Mario Bergoglio, ungido como papa Francisco, le corresponderá ser el último sucesor del apóstol San Pedro. En su papado sobrevendrá el fin de los tiempos, lo que tiene sentido considerando que es el primer pontífice argentino y jesuita. Lo anterior, según las llamadas “Profecías de San Malaquías”, una de tantas predicciones que aún preocupan a quienes temen al apocalipsis. ¿Cómo? ¿Qué el mundo no se iba a acabar el año pasado?



Boca de profeta
Los datos sobre este personaje irlandés provienen de su hagiógrafo, San Bernardo, compañero de andanzas. Su nombre de pila fue Maelmhaedhoc O'Morgair y nació en Armagh, Irlanda, en el año1094. Muere el 2 de noviembre de 1148 en la Abadía de Claraval (Clairvaux). Se le atribuía el don de la clarividencia y por ello no es extraño que años más tarde aparecieran sus famosas y casi acertadas profecías.
Una primera es la llamada “profecía sobre Irlanda”. En esta señala que luego de siete siglos de opresión, Irlanda se librará de Inglaterra y los opresores serán castigados. No sólo eso, sino que la fidelidad irlandesa a la fe de Dios (al catolicismo, se entiende) será clave para que Inglaterra vuelva al seno de la iglesia (católica).
Si eso dijo, San Malaquías se equivocó de a feo, porque ya han pasado mil años e Irlanda sigue bajo la opresión británica, además de que Inglaterra se separó de la Santa Sede en 1534 y nunca volvió al rebaño. Esta profecía se conoció hacia 1600 y se atribuye al monje francés Dom Mabillon, por lo que suena más a una declaración de buenos deseos que a un verdadero vaticinio.

 Profecía retroactiva
La segunda profecía se refiere a la sucesión de los papas. Se trata de una lista de 112 pontífices, desde Celestino II, electo en 1130, hasta el fin del mundo. Cada papa es descrito con un “lema” que tendría que describir alguna característica importante del pontífice en turno. La lista de papas que va de 1130 hasta 1590 tiene una precisión quirúrgica, mientras los posteriores se vuelven tan ambiguos que se pueden aplicar a cualquiera.
Todo parece indicar que un monje dominico español llamado Alphonsus Ciacconius inventó este texto para promover la candidatura de un obispo de nombre Girolamo Samoncelli, haciéndolo pasar por Ex antiquitate urbis (De la antigüedad de la ciudad), señalando que era de Orvieto, que precisamente significa “ciudad antigua”. Este complot medieval fracasó, pero las profecías permanecieron en el ánimo de muchos.

Franciscus Argentinus
Según la lista, el último papa será el 112 de esta nómina. Lo malo del asunto es que este ingrato honor le corresponde al flamante papa Francisco. Algún  entusiasta de las profecías ha hecho hasta lo imposible por acomodar los vaticinios a la realidad. Juan Pablo II (el número 110) es “De labore solis” (Del trabajo del sol) “porque en los días de su nacimiento y muerte hubo eclipses solares” (en alguna parte del mundo); Benedicto XVI (el 111) es “Gloria Olivae” (La gloria del olivo), “porque los benedictinos tuvieron una rama llamada los olivetans".
El último es “Petrus Romanus” (Pedro Romano): "en la persecución final de la Santa Iglesia Romana reinará Petrus Romanus (Pedro el Romano), quien alimentará a su grey en medio de muchas tribulaciones. Después de esto la ciudad de las siete colinas será destruida y el temido juez juzgará a su pueblo. El Fin."  Siendo argentino el papa Francisco podría creerse que el vaticinio falló. Pero da la casualidad de que sus padres eran italianos. Bueno, esto con ganas de creer en esta predicción.

Amén
La iglesia católica no reconoce ninguna predicción sobre el fin del mundo, excepto el apocalipsis de San Juan. Por otra parte, San Bernardo jamás mencionó estas supuestas obras de San Malaquías.
Dejando a un lado las “profecías” y sabiendo que la iglesia católica es una de las instituciones más sólidas del mundo actual y que las profecías apocalípticas se han vuelto epidemia, no hay temor de que se acabe la iglesia católica (ni mucho menos el mundo). Pero un papa con antecedentes de colaborar con la dictadura militar argentina y con desafortunadas declaraciones misóginas tendrá que trabajar mucho para enderezar la barca de San Pedro.

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