Propuesta para la institución del Día del Pendejo



(A presentarse en el H. Congreso de la Unión un día de éstos)

Señores legisladores:

Acudo a esta Soberanía no sin un recóndito temor de que mi propuesta sea mal entendida y hasta tergiversada. En tiempos políticos tan polarizados es muy difícil que las iniciativas, así sea las mejor intencionadas, sean vistas sin sospecha. Otra posibilidad es que sea considerada una mera extravagancia, un ánimo pueril de escandalizar.
Nada más alejado de mi propósito. Con la presente busco contribuir a la solución de graves problemas que aquejan al país y coadyuvar a la tarea legislativa que ustedes realizan. Pido de la manera más atenta, pues, ésta sea considerada con seriedad y resuelta en los términos más favorables.
La necesidad de celebrar es una confesión palmaria de que algo merece ser recordado en un día determinado porque los demás días nadie se acuerda de ello. Hay un Día de la Mujer, porque los demás días son para el hombre; Día del Árbol, porque los demás son de los talamontes; Día del Padre, porque los demás días a nadie le importa quién lo procreó; Día de la Madre, porque los demás son del desmadre; Día de la Revolución, porque los demás días son de la contrarrevolución; Día de la Independencia, porque los demás son días de la dependencia. Lo del Día sin Fumar es pura jalada, porque se fuma igual que los otros días, pero tiene sentido porque se trata de hacer lo contrario de lo que nos dicen.
¿Qué pasaría si invirtiéramos la mecánica? ¿Si creáramos un día para celebrar al talamontes y el resto del año para proteger a la naturaleza? Resulta extraño que se invierta un día en celebrar algo negativo. Sin embargo, los beneficios que pudiera representar justifican esta iniciativa. Piénsese en lo benéfico que sería hacer el Día del Narco, el Día del Descabezado. Hoy que casi a diario tenemos ejecuciones, levantones, balaceras y presenciamos el inquietante deporte de arrojar cabezas humanas, bueno sería que sólo tuviéramos un día dedicado a estos divertimentos.
Nada es más afín a la idiosincrasia mexicana que el ánimo de contradicción. Basta con que nos pongan un letrero de “se prohíbe esto o aquello” para que nos surja el ánimo de hacerlo, nomás pa’ ver qué se siente.
De ahí surge la idea de crear el Día del Pendejo. Estaría dedicado a celebrar las pendejadas que en otras ocasiones sólo nos hacen irritar. A reconocer a los pendejos, que a fin de cuentas no lo son por su gusto.
Adviértanse las bondades de la presente propuesta. De instituirse el Día del Pendejo estaremos revalorando, en son de chunga, a uno de los pilares de la cultura nacional. Pero por otro, se provocará la necesidad de hacer pendejadas sólo en este día. Los ahorros por este concepto serían más cuantiosos que todas las reformas fiscales, habidas o por haber. Los ingresos de Pemex serían superfluos con sólo un día que dejáramos de hacer pendejadas. A fin de evitar problemas a esta Soberanía, se buscará que el Día del Pendejo caiga en el periodo ordinario de sesiones.
Los días propuestos para este fausto son varios. Podría aprovecharse el natalicio de alguno de nuestros gobernantes, el aniversario de alguna de las muchas derrotas del deporte nacional o el día de la más absurda declaración del cantante en turno. Motivos sobran.
Señores legisladores: sería una oportunidad histórica desperdiciada si no se instituye el Día del Pendejo. En sus manos tienen la posibilidad de subsanar esta deuda con nuestro pasado y nuestro presente. Sólo espero que una vez instituido, no se les olvide a los homenajeados qué día es. Ya ven que luego se apendejan.

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