Refranes para gente culta (II)



Una de las secciones más visitadas (no sé por qué) de aquella vieja (y avejentada) revista Selecciones del Reader Digest, era “Enriquezca su vocabulario”. Se trataba de adivinar el significado de palabras más o menos desconocidas (el autor proponía cuatro posibles para cada ítem) de acuerdo al académico mamotreto. El pergeñador de esta sección se presentaba a sí mismo como académico de la lengua.
Creo que nunca pude acertar más de cinco (el autor preguntaba el significado de unas veinte palabras). Siempre creí que la razón era mi atroz ignorancia. Algo había de cierto.
Años después conocí la prosa despatarrada, alegre y erudita de Raúl Prieto (a) Nikito Nipongo, a través de varios de sus escritos humorísticos y su sensacional columna Perlas japonesas. Entonces descubrí que el diccionario de la Real, además de ser una-importante-obra-de-consulta es también un Parque Jurásico donde se refugian dinosaurios lexicográficos, palabras en completo desuso, acepciones insensatas y cantidades industriales de baba de nácar.
Y también que la susodicha sección debió llamarse “Envejezca su vocabulario” porque en vez de discutir sobre los temas de actualidad del idioma, sacaba polvorientas palabrejas de sus sarcófagos de papel.
A petición de varios de los lectores (dos) hemos elaborado una nueva lista de refranes culteranos, interpósita utilización del diccionario. Todas las acepciones son tomadas del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. Trate de adivinar cuáles son los refranes desfigurados por el uso del tumbaburros. Las respuestas están al final.


1. No dudo de la honestidad de los circunstantes, pero he aquí que mi frazada de lana o colcha de algodón generalmente de colores vivos que se usa para abrigarse, continúa extraviada.

2. Si manifiesto con palabras la opinión de que la hembra del cuadrúpedo solípedo empleado como bestia de carga es de un color intermedio entre blanco y negro y más oscuro que el gris, es porque tengo los filamentos cilíndricos de naturaleza córnea en la parte del cuerpo humano unida a la extremidad del antebrazo.

3. No existe razón de proferir exabruptos en voz elevada ni aplicar golpes con la prenda de vestir que sirve para cubrir la cabeza estando completamente nivelada la porción de terreno sensiblemente plana y desprovista de vegetación.

4. Para los bóvidos cuadrúpedos del terreno sembrado de jaras, los mamíferos equinos del orden de los perisodáctilos del mismo sitio.

5. Golpe dado con la pieza de madera u otro material mucho más larga que gruesa y generalmente cilíndrica, ni el ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo lo podría deshacer.

6. A quien mantiene el estado de actividad de los seres orgánicos, todo le es necesario y a quien carece del aliento vital, todo le es dispensable.

7. Una vez que yace tendido aquél que ha perdido la fuerza o actividad interna sustancial mediante la que obra el ser que la posee, es procedente emitir la efusión de lágrimas, acompañada frecuentemente de lamentos y sollozos.

8. Cuando el ave rapaz nocturna emite su particular sonido, el aborigen propio de tierras americanas exhala el postrer suspiro.

9. El cadáver insepulto y la persona que vive en casa ajena, a costa o al amparo de su dueño, habitualmente exhalan olores de putrefacción a las 72 horas.

10. La persona que por propia convicción decide adoptar las funciones propias del macho vacuno castrado, llega inclusive a pasar la lengua por la superficie de la correa fuerte y ancha, o soga de cáñamo, con que se uncen las yuntas.


Respuesta

1. Todos son honrados, pero mi cobija no aparece.

2. Cuando digo que la burra es parda es porque tengo los pelos en la mano.

3. Para qué tantos gritos y sombrerazos estando parejo el llano.

4. Pa’ los toros del jaral, los caballos de allá mesmo.

5. Palo dado ni Dios lo quita.

6. Al vivo todo le falta y al muerto todo le sobra.

7. Cayendo el muerto y soltando el llanto.

8. Cuando el tecolote canta, el indio muere.

9. El muerto y el arrimado a los tres días apestan.

10. El que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame

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