El presidente ya está Maduro


Para quien lo dude, Venezuela es el mundo del revés. Empezando por la petición del excandidato opositor, Henrique Capriles, quien emula a nuestro inolvidable Peje con su propia versión del “voto por voto, casilla por casilla”; siguiendo con el apoyo (previsible) del gobierno norteamericano, que reitera esta solicitud que en tierra mexicana sonaba a necedad cuando no a subversión, pero que en Venezuela es sólo una justa demanda. Y continuando con el presidente Nicolás Maduro, que pese a ser un valeroso socialista antiimperialista bolivariano chavista, recuerda los más hilarantes momentos del presidente Fox, enemigo acérrimo de Hugo Chávez.
1.       El comandante Hugo Chávez que me dé fuerzas y me permita cumplir plenamente la orden que él nos instruyó

Esta contaminación del proceso electoral venezolano con los más jocosos elementos de la política mexicana puede llegar a extremos que rayan en lo demencial. Luego de que el espíritu de Hugo Chavez abordara al madurísimo presidente electo para dictarle desde el más allá la forma de conducir a la gran revolución bolivariana, podemos temer lo peor. ¿Quién nos podría advertir si este presidente-medium no será invadido por el espíritu de Carlos Salinas de Gortari y le pone en toda la jefa a la revolución populista, decretando privatizaciones a diestro y siniestro? ¿Y si se posesiona de él Vicente Fox y se desquita de todos los insultos que le prodigó Chávez?  Una cosa es cierta: ni en sus momentos de mayor desatino Fox podría competir con Maduro. Lo del presidente venezolano va más allá del humor: Chávez construyó una dictadura perfecta basado en el populismo más ramplón, pero también eficaz. Maduro es el sorprendido heredero de una fortuna política que no sabe cómo administrar.
2.       Y el pajarito se posó en una viga de madera y yo sentí que allí estaba el espíritu y las bendiciones del comandante Hugo Chávez

Lo dijo así, sin pudor, sin miedo a que alguien le pidiera un comprobante de estar en posesión de sus facultades mentales. Sin temor a que alguien le preguntara si había visto en efecto un pajarito, un loro huasteco, un pavo navideño marinándose o un avestruz con boina. Sobre todo, ¿cómo decirlo sin que inmediatamente te albureen o te den un sopapo en la nuca?
Parece que luego de que el presidente-comandante se le apareció a su émulo en forma de pajarito ocurrió un segundo milagro: el espíritu de Manuel Bartlett se le apareció en forma de mosca panteonera y le susurró al oído como hacer fraude electoral. Pero, oh incomunicación, no le explicó que la caída del sistema es producto de una gran experiencia, de un conocimiento profundo de los mecanismos electorales. De ahí que el fraude maduresco haya acabado en una protesta cacerolera con saldo de varios muertos. Lo que le sobra a Maduro en cuanto a delirios esquizoides le falta en capacidad para gobernar un país que literalmente se le desbarata en las manos.
3.       Si alguien del pueblo vota contra Nicolás Maduro, está votando contra él mismo, le está cayendo la maldición de Macarapana

Así se empieza. Hablas de ti mismo en tercera persona y usurpas la personalidad de los votantes. Yo soy ustedes, ustedes son yo. Voten por mi, que es votar por ustedes. Luego a ver cómo gobernamos. Esto en términos de política internacional tiene un nombre: demencia. No importa dónde está Maracapana o qué pasó ahí, uno entiende que una maldición con un nombre tan sonoro debe ser algo bastante feo.
4.       Ellos me quieren matar porque saben que no me pueden ganar unas elecciones libres

¿Ellos? ¿Capriles y sus seguidores? ¿Descubrieron que es alérgico al sonido de los metales como Venom y lo van a matar a cacerolazos? El cuento de un complot para asesinarlo le funcionó a Chávez. De hecho, en más de una ocasión no fue ficticio: había planes reales para quitarlo de en medio.
Aquí Maduro se equivoca del todo. Quien tiene las armas es él. Quien puede reprimir a sus opositores es él. Las únicas armas que apuntan contra su persona son las cacerolas, letales en ciertos casos, pero menos eficientes que un simple balazo.
Sus frases desquiciadas pueden ser producto de su torpeza o tal vez sean una cortina de humo para desviar la atención de los principales problemas: Venezuela no va a soportar por más tiempo una política económica errática y populista. Y esto también se lo puede decir un pajarito.

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