Lejos están los días en que el informe presidencial era El
Día del Presidente. Con Miguel de la Madrid se rompió el encanto y desde
entonces no ha hecho más que caer y caer. Dialécticamente se ha transformado en
su contrario: el día de cuestionar, manifestarse violentamente e impedirle el
acceso. La historia del informe pasó así del “besamanos”, expresión
afortunadísima para explicar lo que pasaba, al “ni los veo ni los oigo” y aún a
la ausencia del presidente en la tribuna especialmente creada para él.
Enrique Peña Nieto ya lo está viviendo, con los cambios en
el formato, lugar y día de su mensaje. Pero más allá de la rendición de
cuentas, que a final de cuentas es eso, un documento que se entrega a un grupo
de personas que deben analizarlo con objetividad; más allá de las actitudes de los
legisladores, institucionales, predeterminadas o protagónicas, está la
realidad. Y esta pinta de sol y sombra para el mandatario nacional, pues en los
tres frentes que ha abierto se enfrenta con oposiciones más o menos
importantes.
1. En el plano del combate al crimen organizado las
estrategias son claramente más eficaces y coherentes que las que emprendiera su
antecesor y que le dejara en calidad de herencia maldita. El narcotráfico y sus
ramificaciones han demostrado ser como la Hidra de Lerna mitológica: un
monstruo al que le crecen dos cabezas, cada vez que se le corta una. Por ello, esta lucha se antoja épica y de
proporciones históricas.
2. A los profesores no les agrada la reforma educativa, eso
nos queda claro. Quienes han padecido sus marchas, bloqueos y demás actividades
lo saben en forma palpable. Lo que nadie sabe, formalmente, es por qué. Los
profesores ya presentaron una contrapropuesta por escrito, pero que no ha
trascendido a la opinión pública. La única característica deseable: que permita
la negociación. Si los actuales disturbios van a terminar cuando el gobierno
retire su propuesta y deje las cosas en su estado actual, es claro que no
entienden la diferencia entre la política y el chantaje.
3. La
reforma energética tiene una oposición que
ya ha iniciado sus movilizaciones, con peligro que se sume a otras
causas más o menos justas. En el papel, no parece un bloqueo disfrazado, sino
una opción a las reformas constitucionales que se plantean. En la realidad,
debe mostrar que en efecto busca modernizar y hacer eficiente a la achacosa
paraestatal. Como hemos dicho, las diferentes propuestas de reforma coinciden
en esto, aunque difieren en sus alcances. También coinciden en ignorar el
combate a la corrupción institucional y sindical. Y ésa es su mayor
deficiencia.
En los tiempos que corren, con la sobrecarga informativa que
recibimos, hablar de un informe del estado del país es redundante. Vivimos, respiramos,
transitamos diariamente por un país que percibimos en toda su complejidad. El
informe presidencial es un mero formalismo.
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