Los cálculos de la bancada panista en el senado, de once millones de
pesos diarios por el plantón de maestros en el zócalo de la capital mexicana,
pueden parecer exagerados, pero no lo son. Se trata de una simple
multiplicación: 20 mil profesores que consumen poco más de 500 pesos diarios
entre comida, traslado, renta de transporte y la parte proporcional del precio
de tiendas de campaña y enseres… sin duda el costo debe ser de ese orden, al
menos.
La pregunta de quién los financia quedará en el limbo de las preguntas
tontas, tipo quién le quemó los pies a Cuauhtémoc o quién fue el asesino
intelectual de Colosio. Esta semana la situación dio un giro súbito al sumarse
a las manifestaciones que estrangularon al DF y aparecieron en otras ciudades
de la república, el mismísimo SNTE. La mano que mece ésa y otras muchas cunas.
Este hecho, además, rompe con uno de los pilares mercadotécnicos de la
Reforma Educativa: voces desde la dirigencia sindical del SNTE (ya
desparasitada de toda maistra nociva) que afirmaban que la mayoría de los
profesores del sindicato más grande de América apoyaban la controvertida
reforma.
Esta visión idílica de un magisterio malo y respondón (la CNTE) y una
mansa turba de profes que obedecen al cencerro sindical (el SNTE) es un sueño
pueril como los Reyes Magos o la veracidad de la lucha libre. La oposición a la
reforma dentro del sindicato oficial había sido silenciosa, tal vez autorreprimida,
pero siempre presente.
Queda claro que el plantón en el zócalo y las movilizaciones en el
interior del país podrán continuar por largo rato sin que nadie tenga que
preguntarse de dónde sale el dinero. Pero el costo es mucho mayor a los once millones
que calculara el senado blanquiazul. Los daños físicos a inmuebles y vehículos,
la pérdida de ventas para muchos comercios del centro histórico, la pérdida de
vuelos y lo que ello implique, importan más que esa cantidad..
Pero hay costos que no pueden calcularse. La pérdida de clases tendría
que cuantificarse pero ante todo, el deterioro de la relación entre padres de
familia, maestros y alumnos. La pérdida
de confianza en un sistema educativo que muestra sus costuras de forma
irremediable. La educación de México, toda, está en entredicho. Ese precio es
incalculable.
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