Alguna vez un amigo me dijo que cualquier problema, por
insoluble que parezca, se puede explicar con una teoría de complot. De hecho la
vida es un complot. Pero si todo es complot, ¿cómo distinguimos lo que es
conspiración de lo que no lo es?
Los elementos de la teoría conspirativa son muy conocidos,
pero los reseñamos para poner los proverbiales puntos sobre las íes:
1.
Los conspiradores: Un grupo ultrasecreto de
hombres poderosos. La CIA, el FBI, el Opus Dei, la KGB, Salinas de Gortari y
secuaces, Televisa, Al-Qaeda, el Priorato de Sión, la mafia siciliana son
ejemplos inmediatos.
2.
Los móviles: Malvados. Si se deseara hacer el
bien, no habría necesidad de complotar ni de actuar en la clandestinidad.
3.
Las intenciones: Generar grandes cambios,
virajes en el curso de la historia. Desde controlar el mundo, como Pinky y
Cerebro hasta impedir que Andrés Manuel ocupe la presidencia, pasando por
ocultar la presencia de alienígenas en nuestro planeta.
4.
Las pruebas: No existen. Todos los testigos son
eliminados, como en los casos de Kennedy y Colosio, las evidencias suprimidas,
como en el Área 51. O cuando las hay, son horrendos videos de YouTube, oscuros
y fuera de foco, que pueden representar cualquier cosa. O falsos, como los de
Jaime Maussan.
El que se carezca de pruebas en la mayoría de los casos no
desalienta a los conspiracionistas, pues opera una especie de antilógica que
indica que si no hay pruebas, ésa es precisamente la prueba de que hay un complot.
El hecho de que haya conspiraciones auténticas alienta a los feligreses de los
complots a creer las cosas más absurdas, como las supuestas pruebas del
creacionismo y la construcción de las pirámides por parte de extraterrestres.
¿A qué viene este recordatorio? Pues nada menos que para
defender a nuestros integérrimos diputados de todas las fracciones camarales, a
quienes se ha acusado de complotar para: a) arrebatar el petróleo a los
mexicanos y dárselo a las corporaciones extranjeras; b) atentar contra la libre
empresa a través de la reforma hacendaria; c) oprimir a los heroicos profesores
con la reforma educativa (a los que hacen paros y bloqueos y a los que no) d)
lo que se les ocurra, con tal que sea para perjudicar a alguien.
Pero lo cierto es que esto no puede ser un complot de
ninguna forma. Analicemos uno a uno los puntos arriba señalados:
1.
Los diputados mexicanos serán lo que sea, menos
discretos, ya no digamos ultrasecretos. Sólo faltó que la reunión de Videgaray
con Gamboa Patrón, Yunes, Miguel Barbosa, Dolores Padierna y Encinas en el Hotel Le Meridien, en Paseo de
la Reforma, fuera transmitida por el canal del Congreso
2.
¿Cómo le van a arrebatar el petróleo a México si
nunca ha sido nuestro? Lo usufructúan los líderes petroleros y algunas
administraciones más o menos avorazadas. Y por lo que hace a cobrar 8 por
ciento de IVA en alimentos chatarra, tampoco ha puesto a temblar a Bimbo-Marinela.
3.
Pese a la aprobación de todo el paquete de
reformas, en caso de darse, no esperen golpes de timón. Ahí donde haya
ventajas, surgirán los inevitables efectos secundarios que conlleva cualquier
medicina.
4.
Las pruebas del acuerdo son evidentes: no hay
más que ver los listados de las votaciones en la Cámara. Los diputados del PRD
que en un debate toman la tribuna, en el
otro votan a la par de sus
homólogos del PRI y en otro se levantan
de la mesa. Los del PAN son acusados de negociar en lo oscurito la reforma
energética. Se sumaron a la reforma educativa, se retiraron de la hacendaria.
Queda claro que esto no es un complot, simplemente es parte
de los acomodos naturales y el aprovechamiento de oportunidades para negociar
una cosa por otra. Una prueba más: si hubieran complotado para algo, seguro que
no les sale.
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