El que una revista de negocios como
Forbes se tome la molestia de enumerar a los 10 personajes más corruptos de
México (Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps, Raúl Salinas de Gortari,
Genaro García Luna, los exgobernadores Andrés Granier, Tomás Yarrington,
Humberto Moreira, Fidel Herrera y Arturo Montiel y la exvocera presidencial Alejandra
Sota) implica una lectura muy sesgada, que sin embargo vale la pena consignar:
en México la corrupción es un gran negocio, una industria sin chimeneas en un
país donde las actividades ilícitas abundan, reportan enormes ganancias y se
realizan a la vista de todos.
Comencemos con la omnipresente
piratería. Legisladores mexicanos calcularon que la falsificación de discos,
calzado, ropa, bebidas y demás, dejan ganancias anuales por75 mil millones de
dólares. Hay mercados donde públicamente se venden mercancías ilegales. Nadie
mueve un dedo para evitarlo.
Continuemos
con la prostitución. Desde la que se ejerce en casas de masajes o la que emplea
hoteluchos de barriada, lo mismo como complemento del gasto diario que como una
forma de esclavitud repudiable, la prostitución transcurre junto a nosotros, de
día y de noche. Organismos no gubernamentales calculan que las ganancias de
este comercio cuadriplican al narcotráfico. En estos ríos de dinero nadan
muchos funcionarios corruptos.
Otras
formas de ganar dinero ilícito no son tan visibles, salvo por sus brutales
consecuencias. El narco y el tráfico de armas también son negocios altamente
redituables que involucran a miles de corruptos, incluidos algunos de la lista
de Forbes.
Reducir
el número de corruptos a una pequeña lista es santiguarse. La corrupción no
son diez personas: más bien ellos son el producto de un sistema que ha
infiltrado todos los niveles de vida.¿Qué pasa si la lista se extiende a los
cien más corruptos, a los mil, al millón? La realidad es que en un medio
envilecido, todos podemos ser parte de alguna lista. La corrupción no es una
enfermedad ni un vicio: es una forma de vida. Y no nos incomoda.
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