La antesala del 2018


Al margen de las impugnaciones que las diferentes fuerzas políticas (partidos o coaliciones) interpongan en próximos días y sin importar lo que en su caso resuelva la autoridad electoral, los resultados cuantitativos y cualitativos nos ofrecen un panorama de lo que va a ser la disputa presidencial del 2018.

Destacable es el caso de Puebla. Sin ambages, la contienda entre Tony Gali y Blanca Alcalá fue un segundo round de la lucha entre los grupos del actual gobernador, Rafael Moreno Valle Rosas y el “góber precioso”, Mario Marín Torres. Si en el escenario local no sorprende el resultado favorable al panista, ante el repudio generalizado hacia Marín y el trabajo descollante de Moreno Valle, en el plano nacional posiciona al mandatario poblano como una de las cartas fuertes del blanquiazul rumbo al 2018.
Un factor que gravitará decisivamente será la posibilidad o no de que PAN y PRD logren consolidar una alianza. En donde pudieron concretar acuerdos los resultados fueron exitosos. En cambio en Tlaxcala las candidatas Adriana Dávila, del PAN, y Lorena Cuéllar, del PRD, dividieron votos que en forma conjunta hubieran garantizado el triunfo sobre el abanderado priista Marco Mena. El partido del sol azteca ha anunciado que impugnará la elección, pero esto no hubiera sido necesario en caso de construir acuerdos.
Otro tanto ocurrió en Hidalgo. Aunque la simple suma de votos del candidato blanquiazul, Francisco Xavier Berganza, y el abanderado perredista José Guadarrama, hubiera sido insuficiente para vencer a Omar Fayad Meneses, la acción conjunta de ambas fuerzas pudo tener mejores resultados. Cierto que el trabajo prolongado y continuo del PRI hidalguense es factor insoslayable para explicar el amplio margen con que venció Fayad.
En Oaxaca la volatilidad política y el poder fáctico del gobernador José Murat le consiguió el triunfo a su hijo Alejandro, personaje más bien ausente del panorama político de la Nueva Antequera. Pero como lo sabe bien el actual gobernador, Gabino Cué Monteagudo, lo difícil no es llegar sino capotear al poder de movilización y la actitud de permanente enfrentamiento de la CNTE.
Un apretado resumen nos diría que el PAN avanza significativamente en pos de volver a Los Pinos, basado ante todo en la irritación generalizada por la inseguridad y la debacle económica, así como la devaluación de la figura presidencial. Pero el PRI tiene una estructura que puede revertir la tendencia y soportar el embate de la oposición. Dos grandes incógnitas pueden modificar el escenario: el PRD, convertido en el fiel de la balanza, y Morena, que sigue siendo la principal fuerza política de la capital del país. Un escenario complejo y fascinante.
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