Transparencia descafeinada

Ni el más ingenuo de los seguidores de la política podía imaginar que un icono de la corrupción como el senador y líder del sindicato petrolero Carlos Romero Deschamps hubiera votado en favor de transparentar las posesiones de los casi siempre opacos políticos mexicanos.

Pero que la bancada priista en abrumadora mayoría tijereteara la propuesta ciudadana conocida como “3 de 3” para hacerla inservible, tal vez debió sorprender. Comenzando por Emilio Gamboa Patrón y siguiendo por Manuel Cavazos Lerma, hombres sumamente institucionales, pero siguiendo por los legisladores Lucero Saldaña, de Puebla; la excandidata al gobierno neoleonés, Ivonne Álvarez; Roberto Albores Gleason, de Chiapas; la yucateca y exalcaldesa de Mérida, Angélica Araujo; y una larga lista de personajes preocupados de que los excesos “transparentistas” pongan en riesgo la seguridad y la tranquilidad de nuestros esforzados políticos.
Lo anterior era de esperarse, habida cuenta de la disciplina ciega al interior del tricolor. Que seis senadores del Verde se sumaran alegremente a la labor de amputar sutilmente el sentido obligatorio de la declaración patrimonial (que era la parte central de la 3de3) tampoco sorprende. PRI y Verde han creado una concordancia ideológica que ha fructificado en una hermosa complicidad; que se sumarán de esta forma era de esperarse.
Pero que luchadores sociales de la talla de Manuel Bartlett Díaz (sí, el tabasqueño que fue gobernador de Puebla, el que “tumbó” el sistema en la elección de Carlos Salinas de Gortari, hoy integérrimo petista) hicieran mutis con el ánimo de no emitir un voto comprometedor, ya suena raro. Y que en la lista de los ausentes estuviera otra luchadora social de la estatura de Layda Sansores (que reconoció que fue un error no haber votado) o la aguerrida morenista tlaxcalteca Martha Palafox, parece sospechoso.
Peor aún: que la candidata del PAN a la gubernatura de Tlaxcala, Adriana Dávila se enfermara oportunamente (tuvo el tino de subir la receta médica a su twitter) suena a que los astros se ubicaron de tal manera que el intento ciudadano de transparentar la vida pública no iba a pasar. Así estaba escrito.

¿Cuál es la razón? Pues porque la Ley 3de3 obligaba a los sufridos hombres de la vida pública a realizar tres declaraciones: patrimonial, fiscal y de  conflicto de intereses y hacerlas públicas. Pero un cambio sutil hizo la diferencia. Igual que en la “Rebelión en la granja” de George Orwell, cuando se reforma el mandato que prohíbe a los animales ingerir alcohol con sólo agregarle la frase “en exceso”, aquí la palabra “pueden” deja inservible esta ley. ¿Por qué? Porque a menos que algún político mexicano sea kamikaze en potencia, preferirá no dar a conocer estos datos. Es bonita la transparencia, pero nomás poquita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario