Elogio del mal gusto


Contradictoriamente, creo que no podríamos vivir sin manifestaciones abiertas de mal gusto. Entiendo lo subjetivo que es hablar de mal gusto (¿malo para quién? ¿bajo qué puntos de referencia?) y lo ilógico que es elogiar algo que es malo por antonomasia. Pero por un principio de contraste, es necesario que exista para que podamos apreciar las cosas que podrían clasificarse como de “buen gusto”.

Postulo para un eventual premio al mal gusto (el equivalente mexicano de la Frambuesa de Oro) a la grabación amateuril de la directora de Protección Civil del municipio de Cortázar, Guanajuato, María Guadalupe Mancera González. Ni de relajo me atrevería a hablar de un videoescándalo, dado el carácter anónimo de la funcionaria y lo discreto de su posición en el organigrama de un municipio que, si no es pequeño (debe tener 85 mil habitantes), no se habría mencionado si no fuera por este incidente.

 
La pura descripción del video es imposible sin caer en el mal gusto. La funcionaria, de talla robusta, es invitada por un integrante del grupo Exterminador y tras una serie de insinuaciones vulgares es tendida en el suelo para que una persona de talla baja (con mal gusto se les llama enanos) se coloca frente a ella, le levanta las piernas y mueve espasmódicamente el vientre, en una simulación del acto sexual.

La desgracia de siempre: a alguien se le ocurrió grabar a Lupita en esta exhibición ridícula (alguien con mal gusto le llamó “baile sexy”) y subirlo a YouTube. Hoy es la exfuncionaria. Y esto es injusto, si se considera los tres minutos de risa loca que nos prodigó, lo que no podemos decir de muchos empleados de la esfera pública.

Procedo a su defensa. Primero: como ella misma aclaró, estaba de vacaciones. Bueno, eso no justifica andar haciendo el ridículo. Pero, segundo, se dijo responsable de sus actos. Está bien, tirarse al suelo y dejar que le alcen las piernas no parece algo propio de alguien responsable de nada. Tercero: rechazó que se le pueda acusar de haber hecho algo malo. De acuerdo, la funcionaria no tiene ni triste idea de lo que es hacer algo malo.

Pero reitero: si no fuera por ella, no podríamos entender hasta qué punto esta combinación de vestuarios circenses, música rudimentaria, letras pedestres y escenificaciones del coito disfrazadas de bailes, es el súmmum del mal gusto, llámese “género grupero” o de cualquier otra forma. Esto nos llena de tranquilidad y nos devuelve la autoestima: comparado con su “baile sexy”, ¿qué puede ser de mal gusto?

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