Desaparecer lo inexistente


La petición de senadores panistas de declarar la desaparición de poderes en el estado de Michoacán es por lo menos redundante. ¿Hay poderes en ese estado occidental? ¿Y si los hay, para qué los van a desaparecer? Más bien sería necesario aparecer a dichos poderes y pedirles que se hicieran cargo del reverendo relajo que se ha formado.
 
Porque ahora resulta que hasta el mismo grupo de los Caballeros Templarios (escisión de la Familia Michoacana) protesta por la falta de garantías. Por lo menos eso dijo la hermana del expresidente, la popular “Cocoa” Calderón. Y no se trata de que los narcos ingresaran al senado, como algunos creyeron, sino personas que lideran grupos sociales o militan en partidos políticos, pero que han sido identificadas como afines a los Templarios.

Pero la protesta de éstos no carece de sentido. La presencia de los grupos de autodefensa pone al descubierto la falta de un verdadero estado de derecho en Michoacán. Los enfrentamientos entre los watchmen michoacanos y las bandas de delincuentes ponen a esa entidad al nivel del viejo oeste.
El rostro más descarnado de la ausencia de orden y garantías para la población lo representa el descubrimiento de fosas clandestinas en los límites de Michoacán y Jalisco, en las cuales ya han sido localizados 33 cadáveres (al cierre de esta Fe de Ratas). La violencia llevada a su extremo no puede tener como atenuante el que se trata de ajustes de cuentas entre grupos de delincuentes.
¿Es la desaparición de poderes la solución? No, si no se instituye un inmediato sustituto que otorgue garantías a la población. La decisión de desaparecer poderes se realiza cuando en efecto, existe un gobierno y éste actúa en forma arbitraria o deshonesta. Ejemplos: la última vez que usó esta figura en México fue en el año 1975: en enero, destituyendo al gobernador guerrerense Israel Nogueda Otero, por fraude a campesinos en la venta de terrenos, y en abril al mandatario hidalguense Otoniel Miranda, impuesto por el saliente Manuel Sánchez Vite.
Los dos casos anteriores fueron decisiones personalísimas del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez. En esa época no estaba reglamentada la desaparición de poderes. Desde que se reglamentó, en 1978, nunca se ha empleado esta figura.
Reitero: desapareció los poderes porque los había. No es el caso de Michoacán, donde el convaleciente gobernador Fausto Vallejo es un líder ausente. La propuesta panista es un poco más complicada: supone una reforma constitucional que permitirá crear una junta de gobierno, en vez del nombramiento de un gobernador interino. No se trata de desaparecer lo que no existe, sino de crear un órgano capaz de devolver la paz a Michoacán.

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