Regalos que nadie quiere


El incienso, el oro y la mirra son anacronismos que los modernos Reyes Magos ya no ofrendan a sus adorados. Hoy se entregan a tutiplén otro tipo de presentes: reformas constitucionales, misceláneas fiscales, incrementos salariares microscópicos y generosos aumentos de impuestos. Algunos de tales presentes uno los rechazaría sin vacilar. Aquí está la lista de los regalos más impopulares en este día de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Incremento al salario mínimo. Lo único bueno es que nadie gana el salario mínimo, porque, ¿qué se puede hacer con los 67.29 pesos diarios de la zona A o con los 63.77 de la zona B? El aumento representa en el mejor de los casos 71.70 pesos ¡al mes! Lo mejor del asunto es que el minisalario sólo sirve para tasar las multas de tránsito, por lo que hasta resulta benéfico.

Aumento al metro. Para los defeños debe sonar a mentada el incremento de 60 por ciento al costo del pasaje en el sistema de transporte colectivo Metro. En muchos estados de la República se pagan cantidades superiores por un servicio deficiente y por rutas que recuerdan a un carrusel. Desearíamos algo tan eficiente como el Metro por ese costo. En la capital no piensan lo mismo.
Incremento a la tarifa de la luz. Nos dijeron que con reforma energética pagaríamos menos de luz. No nos dijeron cuándo.  Pero seguro que no será en enero, porque ya nos incrementaron el costo de la electricidad. También hubo incremento para el gas LP. Claro que estos beneficios no se notan tan rápido. Claro que a veces nunca llegan.  Seguiremos esperando.

Los gasolinazos. Otro de esos fenómenos que no se explican a partir de la reforma energética. Tardará más, pero algún día produciremos gasolinas, diésel y turbosina pa’ aventar pa’rriba. La gasolina será más barata que el agua de garrafón. Esto ocurrirá aproximadamente en el año 2040. Mientras, nos tendremos que soplar los incrementos de cada rato.
Los impuestos-castigo. Se gravarán las ganancias de la Bolsa de Valores, lo que nos deja exactamente igual, porque no sabemos ni cómo ni por qué se producen estos ingresos. Que le cobren el 10 por ciento a los especuladores no suena mal. Aumentarán –más- los impuestos a refrescos y comida chatarra. Igual seguiremos comprando estos productos que envenenan a nuestra infancia.

Mascotas y comida para mascotas. Esto sí suena draconiano. ¿IVA a la compra de croquetas y cachorros? ¿Se trata de desalentar la tenencia de nobles animales que cuiden la casa? Una solución ingeniosa para librarse de este gravamen sería considerar a los perros como ganado, aunque generaría la obligación de comérnoslos. Los tacos al pastor están exentos de este impuesto.
Un último comentario: estos regalos no son opcionales. Nos guste o no, ya los tenemos en casa. De nada.

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