La
andanada de memes que zarandearon a la conductora de Televisa, Andrea Legarreta,
es muestra de la falta de comprensión de las mayorías acerca de la difícil
labor del comunicador. Pensemos lo complicado que resulta explicar fenómenos
económicos como la devaluación de la moneda y su repercusión en la economía
familiar. Más aún: cómo hacerles entender que la debacle del peso es benéfica
para alguien, además de los especuladores.
El
núcleo de la argumentación legarreteana es un sofisma tan sutil que merece la
gloria de la repetición y el proverbial recuadro en letras de oro: “Nuestra
economía le vende productos a todo el mundo y entonces se vuelve más
competitiva; entonces vende más barato a otros países y esto genera más empleos.”
Los intentos de la conductora y de su compañero Raúl “Negrito” Araiza por
convencernos de que la devaluación nos beneficia eran tan infructuosos como
conmovedores. Con los rostros azorados ante el galimatías proyectado por el
teleprompter, trataban de entender el mensaje que debían transmitir.
La respuesta de las redes
sociales fue automática. La andanada de memes no causó ninguna gracia a
Legarreta. En su cuenta oficial de Twitter respondió: “Entendí que no
hay que dar explicaciones a NADIE! Los amigos no las necesitan y los enemigos
no las creen y las "acomodan" a su conveniencia.” Y luego: “Jajajaja tengo que confesar que me he
reído MUCHO!!!! Qué bien se siente la atención de tantos
"intelectuales" #AhíLesEncargoLaOrtografía”.
Más
directo y a la vez más revelador, resultó el siguiente twitt: “En un programa de televisión los contenidos,
menciones y secciones NO LOS ESCRIBIMOS los conductores… Y por lo tanto no todo
son opiniones personales… Cualquier comentario escriban a la producción de
@programa_hoy”.
¿Y entonces? ¿Se trató solamente de una
mención comercial? ¿Por qué no dijeron el nombre del patrocinador? ¿El gobierno
federal? ¿Alguna casa de cambio? Los creadores de este mensaje también merecen
algún crédito. Llevar este tipo de información a una audiencia formada
básicamente por amas de casa no es una tarea fácil. Convencerlos de que el
tsunami económico no sólo no nos afecta sino hasta es fuente de empleos, ya es
una proeza intelectual.
La triste moraleja de esta historia es que ni
a las amas de casa se les puede vender un cuento tan burdo. O tal vez a ellas
menos que a nadie. Porque al margen de los manejos informativos y las coartadas
de nuestras autoridades financieras, el deterioro de la economía se siente en
cada casa, en cada bolsillo, en cada rincón de la alacena. Y pergeñar este tipo
de anuncios no tiene más consecuencias que causar la burla de los internautas.
No mates al mensajero, dirían los clásicos. Ni atentes contra éste a punta de
memes.
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