Además
del relativo descrédito de figuras públicas de por sí desacreditadas, ¿qué otro
castigo recibirán los mexicanos que aparecen en esa galería del horror que se
conoce como Panama papers? En México usamos la frase “una raya
más al tigre” y en este caso se puede aplicar con precisión. Nombres como Guillermo Cañedo White, Ramiro Garza Cantú, Carlos Hank
Rhon, Juan Armando Hinojosa, Ricardo Salinas Pliego, Emilio Lozoya y Amado
Yáñez no resultan extraños en esta lista y en muchas otras. Cada uno de ellos
lleva en su récord más de un escándalo (Oceanografía y la “Casa Blanca”, por
mencionar los más recientes); sin embargo, han demostrado a lo largo de años de
ejercer la autofilantropía que son aves que han cruzado muchos pantanos sin
mancharse.
Probablemente sea meritorio que aparezcan mencionados
junto a Vladimir Putin o el rey de Arabia Saudita y que acaso hoy sean
conocidos en el mundo entero. Es cierto que el Servicio de Administración
Tributaria (SAT) afirma estar investigando los hechos delictivos en que
pudieron haber incurrido. Pero hasta ahí. De hecho, la exoneración de los
indiciados ya va en camino. Uno de los argumentos es que el terabyte de
información que obtuvo el diario alemán "Süddeutsche Zeitung" y que analizó
el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) fue adquirido
en forma ilegal y carecería de validez en territorio mexicano. Lo segundo es
que si bien se configuran actitudes poco claras o francamente sospechosas, no
se señalan directamente delitos, salvo lo que el SAT descubra o investigue por
sus propios medios. Añadamos el “factor Moreira”: si el avieso exgobernador
mexiquense acusado en México y España de múltiples delitos sigue libre y sin
preocupaciones, ¿quién puede ser culpable?
No solo eso: se llegó a manejar que como parte del
“control de daños” con el que TV Azteca limpiaría la imagen de su propietario,
se podría montar una campaña de desprestigio contra Carmen Aristegui, difusora
de la noticia. Sin que esto tenga que ser cierto, el tratamiento que la
televisora dio a la periodista, calificando su periodismo de “amarillista”, es
muestra del rumbo que tomarán las cosas: minimizar las acusaciones, negar no solo
su veracidad sino su simple nivel de interlocución y denigrar a sus acusadores.
Islandia ya puso la muestra: el primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson, quien había
anunciado su dimisión, aclaró que no renunció, sino que sólo se distanció del
asunto para permitir que las cosas se aclaren. En Argentina, al presidente
Mauricio Macri y al futbolista Lionel Messi les ha bastado con negar los hechos.
Así de fácil, “la más grande filtración de documentos” podría quedar en agua de
borrajas. Por lo menos en México, parece que será más fácil que aparezcan vivos
los 43 normalistas de Ayotzinapa a que los integrantes del escándalo Mossack
Fonseca pisen la cárcel. Y quienes en un principio fueron acusados de evasión
de impuestos a escala global podrían simplemente contar con una rayita más en los
pliegues de su atigrada zalea.
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