Ahora que el Tribunal Electoral ha ordenado el retiro del anuncio de Andrés Manuel López Obrador donde se queja del avión que compró la presidencia y que no tiene ni Obama, es claro que la intención del popular “Peje” de vender el avión en 2018 pudiera subsistir. Lamentablemente para el ahorrativo tabasqueño esto no parece posible.
Y
no porque auguremos que López Obrador falle en su tercer intento de ser
presidente, lo que por supuesto puede ocurrir, sino porque el nuevo avión
presidencial no va a estar pagado para esas fechas. La compra del aeroplano fue
fraccionada a 15 años; en 2016 se pagarán 456 millones de pesos. Si en el 2018
en efecto fuera presidente AMLO, aún no se habrá pagado ni la mitad del costo.
De hecho faltarían casi dos sexenios para ello. Por lo que, si el empecinado
tabasqueño quiere, podría usar el asunto del avión como bandera para la campaña
del 2024 y hasta para la del 2030.
No
es preciso que el precio de la nave sea de 7 mil 800 millones de pesos: el costo asciende a los 6 mil 769 millones de
pesos. Tampoco es correcto que más el costo de mantenimiento, el gasto por el
vehículo se eleva a 10 mil millones de pesos. El precio pactado incluye
mantenimientos, adecuaciones e intereses. Un hecho también es que el viejo
avión presidencial Juárez, con sus más de 20 años de servicio, pedía a gritos
un reemplazo.
Y que no lo tiene “ni Obama” es una nueva
imprecisión. Las dos aeronaves denominadas Air Force One cuentan con 370 metros cuadrados de espacio interior, con instalaciones
médicas, una mesa de operaciones funcional, cuartos separados para los
invitados, personal superior y agentes del servicio secreto, y una sala de
conferencias para los periodistas. El área presidencial incluye un vestidor
privado, gimnasio, cuarto de baño y una oficina. El costo de cada uno se estima
en 325 millones de dólares, lo que al tipo de cambio actual importa 5 mil 640 millones de pesos.
Pero
al igual que el presidente mexicano, Obama ha recibido críticas de los
contribuyentes por el excesivo gasto de “sus” aviones. Cada hora de vuelo de
un Air Force One cuesta más de 200 mil dólares que incluyen combustible,
alimentos, chequeo técnico en terminal, reparación de la nave y del motor.
El
mérito del popular “Peje” es haber fijado la atención sobre un gasto que, como
todos los que se hacen con dinero público, debe ser escrupulosamente observado.
Su trampa es haber descontextualizado cifras y mostrar un gasto necesario como
un despilfarro caprichoso y personal. ¿Qué son 7 mil millones o 700 millones o
70 millones para el hombre de la calle? Nada. Suena a todo el dinero del mundo.
Y el anuncio cumple su función: crear molestia, encono, para llevar más agua a
su molino.
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