Si non è vero, è
ben trovato
Proverbio italiano
La bruma que
envuelve las muertes espectaculares es uno de los alimentos de las leyendas
urbanas y las historias de complot. Lo mismo el caso de Juan Camilo Mouriño
como el de Eduardo Blake Mora están rodeados de zonas grises que la imaginación
popular se encarga de llenar. ¿Cuál fue la verdad? Nadie lo sabe a ciencia
cierta y nadie lo sabrá. “Si los homicidios de Cuauhtémoc y Colosio siguen sin
resolverse, cuantimás éstos, muy recientes y menos trascendentes”, señalaría la
vox populi. Razón suficiente para dejar volar la imaginación y suponer el
concurso de fuerzas de la política, del narcotráfico (acaso sean lo mismo), de
los extraterrestres o del triángulo de las Bermudas.
Antes que
cualquier reporte de Aeronáutica Civil, el chismorreo de la calle ya aportó sus
propias hipótesis y líneas de investigación, que si no muy creíbles, sí muy
ingeniosas. Reproduzco las que me llegaron de oído. Prometo actualizar la lista
apenas tenga más versiones.
I.
Jenni
murió en una venganza del narcotráfico. Como los narcos trataron de matar a
Lupillo Rivera y no pudieron, en venganza derribaron el avión de Reina de la
Banda.
Bien, suena a hipótesis.
Con sus bemoles:
a.
En
el caso de Lupillo, la investigación concluyó que no había sido un atentado.
Todo indica que él fingió la balacera para obtener publicidad gratuita.
b.
Para
los amantes del complot, una pregunta: sin importar cuál grupo de delincuentes
quisiera acabar con el calvo bigotón, ¿cómo pudieron fallar con Lupillo y
derribar un avión? ¿Por qué nunca intentaron nuevamente matar al hermano de la
diva?
II.
Jenni
había sido amenazada por un grupo delictivo que le dio la disyuntiva: o te
matamos a ti o matamos a tus hijas. Ella prefirió la muerte para salvar a sus
vástagos.
Esto suena muy jalado, la
verdad. Sin embargo, en apoyo de esta teoría sus pergeñadores establecen un
hecho: en el último concierto en Monterrey Jenni cantó “Paloma negra” con mucho
sentimiento y hasta lloró. Sabía que era su último concierto.
Bueno, pudiera ser. Pero
lo cierto es que al terminar el concierto concedió una entrevista y habló de
sus planes futuros: de su carrera como cantante, de sus planes de actriz. No
estaba compungida ni llorosa. Parecía simplemente eso; que acababa de dar un
concierto y la entrevistaban. Nada más.
III.
A
Jenni la mandó a matar su aún marido en trance de divorcio, el exbeisbolista
Esteban Loaiza, a fin quedarse con la herencia de la cantante.
Por lo menos esta historia
tiene un ingrediente de interés: un móvil creíble. Matar por dinero no es una
novedad y eso le da visos de veracidad. Pero ¡estaban casados por bienes
mancomunados? ¡Había un acuerdo prenupcial? Si existiera este último documento,
la hipótesis del big leaguer matón viene por tierra.
IV.
La
diva de la banda no ha muerto, sino que fue secuestrada. Una operación estilo
Mision Impossible donde para secuestrar a una persona hay que derrumbar un
avión.
V.
La
supuesta muerte de Jenni fue un recurso usado por la cantante para huir de
posibles narcos que la perseguían. Bueno, en este caso como en el anterior, el
problema es que los restos de la cantante ya fueron localizados.
VI.
El
staff de la cantante tomó un avión Lear Jet de modelo muy antiguo y en
condiciones de visibilidad escasa, lo que ocasionó su caída a pocos minutos de
haber despegado. Esto suena lógico, concuerda con los hechos, pero la verdad,
no es nada atractivo ni interesante.
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