Predicciones para el 2013


Una tradición que nadie parece agradecer es la de hacer predicciones para el año venidero. Razones sobran: los vaticinios suelen ser tan absolutamente vagos que no sirven para prácticamente nada. Ningún mago predijo la caída de las Torres Gemelas o los  tsunamis de Japón e Indonesia. Quizá alguno mencionó “un hecho terrible que conmovería al mundo”, lo que puede significar cualquier cosa. Pero un verdadero vaticinio implica precisión: qué va a ocurrir, cuándo, cómo y dónde. Esto tiene una implicación aún mayor: saber que algo calamitoso va a suceder implica la necesidad de tratar de evitarlo o ponernos a salvo del mismo. A menos que alguien crea en el destino inexorable o tenga atole en vez de sangre, ¿no trataría de impedir este hecho funesto? Y si lo hace, lo que sería magnífico, ¿no echaría a perder su propio pronóstico? Quede como una de las grandes interrogantes nunca resueltas.

A lo largo de los años hemos escuchado poco más o menos las mismas premoniciones. Insisto: su generalidad las vuelve tan inoperantes (y tan certeras) que uno acaba por evadirlas o repetirlas de memoria. Van las que recuerdo:

1.       Morirá una famosa estrella de cine (con un poco de audacia agregaríamos: “en un accidente aéreo”).

2.       Caerá el añejo dictador de una nación subdesarrollada a manos de una revolución auspiciada por los Estados Unidos. Probablemente los votantes gringos se olviden del abismo fiscal.

3.       Un terremoto sacudirá un conocido país causando muerte y destrucción. Loret de Mola reportará desde el lugar de los hechos una semana después, pese a lo cual enfermará de diarrea por no llevar agua de garrafón.

4.       Una famosa pareja de Hollywood se divorciará tras escándalo por infidelidad. La demanda será millonaria. Los nueve hijos adoptivos de la pareja volverán a sus países tercermundistas de origen, donde morirán a causa de un tsunami y la posterior hambruna.

5.       Un reconocido mandatario de un no tan reconocido país dirá un regocijante disparate que recorrerá el mundo en Internet. Recibirá más visitas que Gagnam Style, a pesar de los intentos de su staff por borrar su video.

6.       Una estúpida canción integrada por tres monosílabos escalará las listas de popularidad de todo el mundo, venderá 10 millones de copias, recibirá 100 millones de visitas en You Tube y será olvidada tres meses después.

7.       La última gran novela de la serie X, que trata de los amores pudorosamente escatológicos entre un poderoso-rico-guapo y una ñoña-pobre-pero-agarrable llegará a las listas de bestsellers, de donde caerá cuando se descubra que su autor es en realidad un chimpancé mutante de laboratorio.

8.       El Puebla de la Franja no ganará el campeonato de apertura ni el de clausura ni el de la Concacaf ni el de Copa ni el de asenso ni el de reservas ni ningún otro, ni en el año que está por venir ni en otros. La culpa se la echarán mutuamente Henaine y López Chargoy, aunque finalmente recaerá en el entrenador en turno. No obstante, tampoco irá a segunda división gracias a la labor altruista del Atlas.

9.       El Peje insistirá en sus intentos de llegar a la presidencia de la República, pese a que este año no habrá elecciones presidenciales. Uno de sus más cercanos colaboradores le hará ver el problema de reelegirse como “presidente legítimo” tras lo cual dejará de ser su colaborador.

10.   Ninel Conde por fin verá cristalizado su sueño de publicar el primer tomo de su enciclopedia de sandeces vía Twitter. “Quedó buenísimo –afirmará- y eso que yo no lo escribí”. Será un éxito de librería, ya que se le confundirá con un manual de superación personal.

 Seguros como apostar en una corrida de toros, los vaticinios de fin de año son más un ritual que un verdadero ejercicio de adivinación. Y como tal, cumplen con los requisitos de ser formas de comunicación hacia el grupo social, carentes de un sentido práctico pero con un valor simbólico y catártico. En ese sentido no pretenden develarnos el futuro (lo que obviamente no hacen) sino liberarnos de temores hacia éste. La predicción nos advierte que por muy malo que sea el futuro, por lo menos no será peor que el presente.

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