Infierno en la torre



Las investigaciones oficiales (de lo que sea) tienen dos características inequívocas: son tan lentas que cuando se presentan los resultados, ya resultan inútiles y obsoletos; por otra parte, sea cual sea el resultado, además resultan inverosímiles o carentes de toda credibilidad. Nada de lo anterior significa que sea falsa: estrictamente, es extemporánea e increíble.

Pasó con Jenni Rivera, con los perros de Iztapalapa, con Florence Cassez y vuelve a ocurrir con la explosión del edificio administrativo de la Torre Pemex. Las autoridades responden a todas las preguntas con “se investigan las causas” y claro que entendemos que aún es prematuro dar cualquier versión. Pero nadie está pidiendo que presenten a los responsables del hecho (que debe haberlos, por acción u omisión, dolosos o culposos): sólo que explique cómo ocurrieron los hechos, saber por lo menos cuál fue el agente que provocó una treitena de decesos y más de un centenar de heridos.


“Fuentes bien informadas”
Y como siempre ocurre, los funcionarios más listos son los que menos hablan. Porque los que se atreven a hablar, al parecer, sueltan lo que brota de su ronco pecho sin tener ningún peritaje que los avale (aunque tener un peritaje tampoco sirve de nada, en ocasiones). Por ejemplo, un cable de Europa Press señala que “los medios de comunicación mexicanos (¿cuáles?) han afirmado que se registraron al menos dos explosiones en el sótano de la Torre Pemex (no dice que fue en el Edificio B2) a causa de una sobrecarga en la red de aire acondicionado. Por su parte, el presidente del Sindicato de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionales Petroleros, Moisés Flores, ha asegurado que la explosión se produjo en una de las calderas del sótano debido a la falta de mantenimiento”.

Por su parte, la venezolana TeleSUR comentó que “se manejan tres hipótesis: Falla eléctrica, acumulación de gas o un atentado, esto último fue reseñado por medios mexicanos (nuevamente, no se dice cuáles). Se informó que aún permanecen ‘30 personas atrapadas en el sótano’.”
 

Imagóloga y chelista
Y entonces surge Jecsan Rico. ¿Quién es esta persona? De creer a su Twitter es una chica de poco menos de 30 años, de cabello largo y facciones armoniosas. Señala su perfil: “Todologa en esencia, Ex- Locutora EXA, periodista, publicista, fotógrafa, conductora y bailarina de ballet. Futura imagóloga y chelista”. Siguiendo esta versiónTrabaja en Pemex desde hace siete años:“Además de ser trabajadora, tengo amigos en todas las áreas, amigos q fueron testigos directos de lo q pasó hoy (sic). Ellos vieron.”


En un tweet afirma: “No hay calderas a esa altura, amigos de vigilancia me lo han confirmado.” En otro, aclara: “En el sótano está la potabilizadora, pulidores y una bodega de material de domésticos, hasta el estacionamiento es que hay unos enfriadores.”

Su hipótesis es simple y contundente: “Por favor, les pido que difundan esto. Soy trabajadora de Pemex, sabemos que no fue corto, ni calderas. FUERON BOMBAS, pero no dirán la vdd.” (Sic).

La cuenta desde la cual se enviaron estos tweets, ya no existe, pero puede verse en Favstar (http://es.favstar.fm/users/jecsanrico). En una nueva cuenta de Twitter (https://twitter.com/jecsanrico1/) afirma que su cuenta anterior fue censurada por el gobierno.

 
La vida es un complot
Lo dicho por el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, a pregunta expresa de si se trata de un atentado, es una verdad indiscutible: “Sería una gran irresponsabilidad sin los elementos suficientes, dar a conocer cualquier información que no conocemos (…) se siguen todas las líneas de investigación”. Agreguemos: no sólo irresponsable: absurdo, carente de todo propósito.

Si fuera un atentado (cosa que de momento se ignora) creo que no habría razón para ocultarlo. La caída de las Torres Gemelas de Nueva York sería el más obvio antecedente y el gobierno norteamericano informó casi simultáneamente que el culpable era Osama Bin Lader y su hasta entonces desconocida organización terrorista Al-Qaeda, cosa que, por cierto, muchos hoy se niegan a creer.

Pero como decía un buen amigo y filósofo: la vida es un complot. Sólo hay que adivinar de quién y para qué. Todo se explica con una teoría de complot. El problema es que adaptarla a la realidad implica mucha imaginación. Si en efecto hubo dos artefactos explosivos en la Torre B2: ¿cuál era objetivo? ¿quién se beneficiaba con ello? ¿Se podían obtener los mismos resultados sin tener que asesinar a más de 30 personas?

Hoy, lamentablemente, sólo tenemos preguntas.



1 comentario:

  1. Estimado José Javier, grato descubrimiento el que hago. Es un magnífico espacio, con muy buena sustancia. Realmente invita. Felicidades y un saludo cordial.

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