Cuando
regresó a Televisa tras una larga ausencia, la misión de Joaquín López-Dóriga
se podía equiparar a la de un mesías: recuperar la credibilidad perdida por los
noticieros de la teledifusora de Chapultepec tras el largo período de
manipulación informativa de Jacobo Zabludovsky. El llamado “Teacher” fue ungido
como el hombre providencial que devolvería un prestigio que a ciencia cierta
nunca tuvo el noticiero de la noche.
Los
yerros del conductor eran evidentes pero dada su gran influencia podían pasarse
por alto. Aparecer frecuentemente en la sección “Las mangas del chaleco” de su
propio noticiero era tal vez la menor.
Entrevistar a Anthony Hopkins con apenas un curso relámpago mal
aprendido de inglés básico era un riesgo. Después de la famosa pregunta “Why
The rito?” supo capotear un temporal que nunca amenazó su posición en la
televisora. Lo tomó con humor y “aguantó vara” según su propia expresión.
Que
lo hayan fotografiado mirando un partido de la selección mexicana en la
transmisión de TV Azteca tampoco es grave. Si acaso revela un gusto por la
estridencia, que tampoco es delito.
Nada
de esto era realmente grave. Pero
que Adriana Pérez Romo, esposa de López-Dóriga
amenazara con usar toda la fuerza mediática de su marido contra María Asunción
Aramburuzabala para detener un proyecto inmobiliario de la empresaria, fue un
despropósito. Y no tanto porque enfrentarse a
una de las mujeres más adineradas de México (de hecho, la sexta persona más
rica del país, la 248 de mundo, según Forbes) sea por sí solo algo temerario. El
hecho es que esta acción le arrancaba al “Teacher” la única arma que puede
esgrimir un verdadero periodista: su ética. La credibilidad, objetividad e
influencia en la opinión pública son el verdadero “cuarto poder”. Si el medio
es el mensaje, la credibilidad es su fuerza.
La palabra que usó Aramburuzabala fue lapidaria,
demoledora: chantajista. El comunicador usa un derecho ganado por la sociedad
tras muchas largas luchas, la libertad de expresión, y lo único que se espera
es que honre este privilegio inmerecido y que antes que usarlo en su beneficio
personal, lo use en bien de la sociedad.
La aventura de López-Dóriga y su cónyuge
acabó en naufragio. Si bien la televisora esperó un tiempo más que prudente
para tratar de desligar la salida del conductor de sus desmesuradas acciones,
es inocultable la razón de su salida. Así, el hombre que tenía la misión de
recuperar la supuesta credibilidad de Noticieros Televisa fracasó de forma
rotunda. Sale por la puerta trasera, sin prestigio, señalado de chantaje y
extorsión. Él fue quien trató de convertir en hecho mediático su enfrentamiento
con Arambuluzabala y es su exposición en medios lo que hoy lo deja fuera. Es
una ironía, es karma instantáneo.
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