Nuestra vida, irremisiblemente, ya no se mide
en méritos, triunfos, preseas, logros. Los likes, retuits, compartires, memes,
reproducciones, suscripciones, seguidores, amigos y el amorfo etcétera que nos
arrojan las redes sociales, páginas web y apps, son la nueva moneda de cambio,
los blasones que podemos exhibir. Nadie dice que sea malo: es sólo una forma de
socializar la trivialidad.
El caso de Tlaxcala es revelador: la entidad
más pequeña del país puede presumir muchas cosas, como las ruinas de Cacaxtla y
Xochitécatl, su sobria gastronomía o sus paisajes, pero eso no hará que sea
mencionada en los noticieros. Señalo la enorme tranquilidad de sus ciudades y
el bajo índice de delincuencia como dignos de destacarse. No: para que las
notas sobre Tlaxcala se hagan virales se requiere que ocurran cosas ridículas.
He aquí que los edificios coloniales o
porfirianos de la capital tlaxcalteca no requieren elevadores o escaleras
eléctricas, pero la tienda Fábricas de Francia decide instalar la que sería la
primera de este tipo en la tierra de Xicohténcatl. ¡Zaz! La perplejidad
nacional ante la noticia de que estos artefactos llegaron a Tlaxcala en la
segunda década del siglo XXI. ¿Y? ¿Se comprende que no eran necesarios y que
esa era la única razón de que no existieran? Pero, sobre todo, ¿cuándo el
número de escaleras eléctricas ha sido un índice del desarrollo de los pueblos?
La política también ocupa un papel destacado
entre las actividades de los tlaxcaltecas. Pero la fama (aún la efímera) y la
notoriedad virtual dependen de otras virtudes. El humorista involuntario
Michael Covarrubias Underwood nos lo ha demostrado. Y también los productores
de la serie House of cards. Covarrubias plagia a Kevin Spacey y su nombre
recorre la internet. El pequeño municipio de San Damián Texóloc (pequeño aún
para Tlaxcala) de repente es mencionado a nivel mundial. ¿Qué importan las
burlas, los chistes, las ironías, cuando ocupas el parnaso de la red global?
Para que se vea lo importante de estar en la
boca (y las pantallas) de todos, los mismos productores de la serie se dignaron
a responderle. “La imitación no es siempre la mejor forma de adulación”,
escribieron en Twitter, parafraseando a Charles Caleb. Y para demostrar en los
hechos lo que afirmaron en su tuit, socarronamente Michael Kelly (quien
representa al vocero de la Casa Blanca) utilizó la tipografía de Covarrubias
para anunciar a los Underwood. Entonces Covarrubias le responde a Kevin Spacey,
llamándolo “presidente”. Y más tarde, interpretando a su personaje Doug
Stamper, Kelly explicó lo que es un spoiler, imitando a Margot Robbie en una
tina de baño, lo que sí es digno de algún castigo. Tienen razón: no es una
competencia. Ya párenle.
*Título plagiado a Thomas de Quincey
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